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¿Crees que eres capaz de controlar tu propio destino? Andrea apenas tiene memorias de su infancia, pero el recuerdo de la última vez que vio a su padre siempre ha avivado en ella el deseo de descubrir la verdad detrás de su misteriosa muerte. Ella no sabe nada sobre la aventura en la que él pereció... ...ni comprende cuánto le afectan los secretos que se guardan a su alrededor. Con la determinación de desvelar los misterios que la rodean y el peligro de una sombra acechándola, Andrea comenzará un viaje en el que tendrá que redescubrirse y reinventarse sin dejar de ser ella misma. ¿Será capaz de enfrentarse a sus demonios y reconocerse o sucumbirá a un destino en el que puede perder mucho más que la vida? No le queda mucho tiempo para decidir qué camino tomar, pues el mágico mundo de Zairon podría estar perdiendo sus energías, preparándose para morir... COMIENZA LA AVENTURA

22 - Elección

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Después de llenarme a comer las exquisitas carnes que Marina me trajo, me aislé en mi habitación con el pretexto de meditar mi elección. Lunaria no protestó, parecía estar mucho más conforme al dejarme mi intimidad que Thukker. Sin embargo, mi decisión estaba prácticamente determinada desde el momento en el que había recibido mi nombre… y no había manera de escapar de mi sino. En realidad, solo necesitaba estar a solas para echarme en la cama a llorar. No me atrevía a hacerlo delante de la maestra de mi padre, no quería herirle ni hacerle pensar que no quería hacer lo que todos esperaban de mí. Mientras lloraba, volví a escuchar la música del laúd que ya había oído otras veces. Aquello me hizo llorar con más fuerza unos segundos.  —¿Qué debo hacer? —Sollocé—. ¿Qué debería hacer? La música paró de inmediato. Me sentí descorazonada unos instantes hasta que oí la voz de un hombre, con una melódica y suave: —¿Qué es lo que desearíais hacer? Aquella respuesta me tomó tan desprevenida que es

21 - Campamento

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Después de bañarme y de comer, regresé a mi habitación y me dejé caer en la cama, sintiendo cómo mi espalda entera crujía bajo mi propio peso, prácticamente como si nunca en mi vida me hubiese tumbado hasta aquel momento. Estaba tan cansada que no pude evitar dormirme a pesar de que todavía era de día. Y, sin soñar nada, desperté sumergida en la oscuridad de la noche. Los ojos me escocían y mi cuerpo deseaba quedarse así para siempre, pero mi estómago rugía pidiéndome explicaciones. Delante de la puerta, que en aquel momento estaba cerrada, había una bandeja con fruta, pan, queso y dulces. Me levanté a duras penas y me aproximé a la bandeja para calmar mi hambre. Los dulces fueron lo que más llamó mi atención. Eran como cristales dorados cubiertos por una fina capa de azúcar. Sabían a miel de flores. Delicioso... De hecho, todo sabía tan bien que parecía que hubiera pasado una eternidad desde la última vez que había comido algo. Incluso la fruta parecía más dulce y jugosa de lo normal.